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Héctor Galvarino Valdivia le gana a la sequía con sus más de 50 árboles de olivo en Andacollo
Pese a las dificultades propias de trabajar la agricultura en el secano de Andacollo, a sus 80 años de edad se mantiene firme. Sus cosechas de la variedad picual han rondado entre los 1.050 y 530 kilos, lo que no deja de ser meritorio ante la fuerte crisis hídrica que se vive en la región de Coquimbo. Incluso en 2017 llegó a 1.400 kilos. “Fue un buen año, porque tuvimos un par de lluvias”, asegura. Todo un logro.
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Dice que lo suyo es emprender y que estuvo dándole vueltas por un tiempo, para ver en qué podía reinventarse tras dejar la pequeña minería. Finalmente, optó por incursionar en la agricultura, sobre todo porque tenía el terreno… el que de una u otra forma siempre estuvo ahí, esperándolo.
Esta es la historia de Héctor Galvarino Valdivia, usuario del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP), quien llegó a la producción olivícola no sin antes haber tenido un traspié, el que en el transcurso de una conversación a la sombra de uno de sus 55 árboles de olivo él mismo se encargará de detallar.
Pese a las dificultades propias de trabajar la agricultura en el secano de Andacollo, a sus 80 años de edad se mantiene firme. Sus cosechas de la variedad picual han rondado entre los 1.050 y 530 kilos, lo que no deja de ser meritorio ante la fuerte crisis hídrica que se vive en la región de Coquimbo. Incluso en 2017 llegó a 1.400 kilos. “Fue un buen año, porque tuvimos un par de lluvias”, asegura. Todo un logro.
“Lo mío es esto, trabajar, emprender —puntualiza con convicción—. Anteriormente estuve en la pequeña minería, pero con la llegada de las grandes mineras se hizo todo cuesta arriba y la dejé”. Era el 2004, año que coincidió con el fin de su periodo de concejal por Andacollo, cargo en el que había estado desde 1996.
Inicialmente tenía la idea de establecer un camping, pero pensándolo bien llegó a la conclusión de que sería mejor la agricultura, decisión en la que jugó un papel importante el terreno correspondiente a una sucesión dejada por su padre. Ahí, en el sector El Curque Alto, primero tuvo almendros, un ambicioso proyecto de 200 árboles que se vio truncado por la poca rentabilidad a causa del clima: “En Andacollo hiela mucho y esos árboles florecían en julio y agosto, lo que coincidía con heladas, entonces la producción era muy poca. Me fue mal, así que devuelta a empezar”.
Entonces, en el 2011, se animó por la olivicultura. “Fue la mejor opción que pude haber tomado. La producción va variando porque los olivos son árboles añeros, pero por lo general es una buena cantidad. Por ejemplo, este 2023 la cosecha estuvo en 816 kilos, lo que me permite proyectarme”.
Héctor se levanta cada mañana bien temprano. Termina rápido sus quehaceres domésticos y comienza su jornada laboral. Sabe que la variedad picual es bien apetecida y que por lo mismo debe cumplir con la clientela. “Me ha ido bien, incluso me podría colocar en ferias libres, pero no tengo tiempo, además lo vendo todo a familiares y conocidos que vienen acá, directamente a mi predio”, apunta.
APOYO DE INDAP
No obstante, a estas alturas su trabajo es una verdadera cruzada, especialmente a causa de la falta de agua. “La que está disponible se encuentra demasiado profunda y hace tiempo que no tenemos lluvias. De lo contrario tendría más árboles, ya que mi terreno me da para expandirme, pero prefiero mantener los que tengo hasta ahora”, expone.
El olivicultor comenta que para lograr lo que ha conseguido el ser usuario de INDAP le ha significado obtener diversos apoyos, los que le hubiese sido muy difícil adquirirlos por él mismo: “Estoy eternamente agradecido de INDAP, porque es grande la ayuda. Me entregan recursos para comprar insumos o herramientas, tengo asesoría, entonces todo es muy positivo y así uno va avanzando cada vez más”.
Actualmente tiene una sajadora, lo que significó un tremendo cambio en su trabajo, ya que antes solamente utilizaba una tabla y un par de cuchillos, llegando a sacar como máximo apenas 5 kilos en una hora. Mientras que ahora logra 80 kilos, en ese mismo tiempo.
En tal sentido, la Directora Regional (S) de INDAP, Tonya Romero, señala que para la institución “es muy significativo ver todo lo que ha logrado y sigue logrando don Héctor. Desde INDAP lo hemos apoyado con recursos para la adquisición de insumos, así como también con una chipeadora y sierra inalámbrica para la poda, entre otras herramientas, además del revestimiento de su estanque con geomembrana que le permite disminuir considerablemente la pérdida de agua. Sabemos también que desde hace algunos años solamente utiliza abono orgánico en sus producciones, practicando una agricultura sostenible, lo que comenzó gracias al trabajo que desarrollamos, en este caso, junto a la Municipalidad de Andacollo mediante los programas PRODESAL y PADIS en convenio. Sin duda su trabajo es digno de ser destacado”.
Asimismo, el 2019 se lanzó a la elaboración de aceite de oliva por intermedio de la Agrupación de Olivicultores de Andacollo, organización que en el sector El Manzano tiene una almazara. Explica que la variedad picual tiene una relación de 6 kilos por un litro de aceite. Reconoce que fue una muy buena experiencia, pero que el traslado al lugar y la falta de tiempo eran sus principales complicaciones: “Llevaba unos 200 kilos de aceituna, lo que mínimo me significa tener que estar dos días trabajando ahí, lo que derivaba en desatender mi predio”.
Para el Seremi de Agricultura, Christian Álvarez, la Agricultura Familiar Campesina e Indígena “está llena de historias y casos que merecen ser conocidos, tal como ocurre con el usuario de INDAP, Héctor Galvarino Valdivia. Como lo ha manifestado el Ministro Esteban Valenzuela debemos encaminarnos hacia la seguridad y soberanía alimentaria y nutricional del país, por lo que felicitamos a don Héctor por trabajar, justamente, en esa dirección. Sabemos que no es fácil hacer agricultura en el secano, sin embargo, él ha salido adelante, con empuje y con ganas por seguir avanzando. En este camino el apoyo de nuestro servicio INDAP ha sido fundamental, a través de la serie de apoyos que le ha brindado”.
“El año pasado tuve apendicitis y eso atrasó un poco el abono, pero este año ya estoy preparado. Sigo firme en el rubro olivícola”, finaliza Héctor Galvarino Valdivia.
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